Una muerte anunciada

He hablado en varias ocasiones en este blog del WIPO Broadcasting Treaty o Tratado de Comunicación Pública de la OMPI, por el que la Organización Mundial de Propiedad Intelectual pretendí­a armonizar a nivel mundial uno de los derechos exclusivos de los titulares de derechos (la comunicación pública), el cual que ha ido incrementando su importancia en los últimos años, en detrimento del resto de derechos, especialmente el de distribución.

Hace apenas una semana comentaba el devenir de este tratado y ahora la noticia es la defunción del mismo; finalmente, el Standing Committee on Copyright and Related Rights no ha sido capaz de poner de acuerdo a los diferentes paí­ses enfrentados y comunicará en septiembre en la Asamblea General de la OMPI que no han sido capaces de llegar a un acuerdo, cancelando por lo tanto la reunión que iban a tener en noviembre.

Parece que ha sido la rotunda oposición de Estados Unidos la que ha provocado el fin del tratado, entendiendo que para los intereses de su paí­s no habí­a ni una sola área de confluencia en todo el tratado. Mientras tanto, paí­ses como Brasil, India, Canadá y la siempre neutral Suiza, se lamentan de no haber sido capaz de llegar a un entendimiento en un tratado que empezó a fraguarse hace 10 años, cuando el concepto de comunicación pública empezaba a convertirse en lo que es ahora, el derecho de propiedad intelectual de Internet y casi del futuro.

Todaví­a la noticia no es oficial ya que será el viernes cuando el Standing Committe on Copyright and Related Rights se vuelva a reunir en sesión plenaria para comunicar el fracaso del tratado.

Se comenta también mucho cuál será el futuro de la OMPI una vez que se ha visto su incapacidad para poner de acuerdo a las diferentes partes del tratado. Tradicionalmente, la OMPI ha desempeñado un papel conciliador capaz de aunar todas las posturas y necesidades de sus paí­ses miembros alrededor de, entre otros, los Tratados de Roma o Berna. Después de este fracaso, se dice por los mentideros de la propiedad intelectual que la OMPI va a sufrir una profunda reconversión, dejando de ser un «treaty maker» o «policy maker» para cumplir funciones más administrativas, divulgativas y como mediador en temas de conflicto de dominios.

Es una lástima que la obcecación de determinadas naciones impidan llegar a un punto común en el que estaban esperando multitud de naciones y no estarí­a de más que de vez en cuando, todas las naciones del mundo demostrasen a la «poderosa» que quizá las cosas no se tienen que hacer siempre a su modo, aunque tampoco niego que EE.UU. tuviese parte de razón (entiendo su preocupación por el «signal theft«).

Después de la muerte del tratado (o cuanto menos, prolongada hibernación), a ver en qué situación queda la OMPI.

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