Las Mafias existen en todas partes

Ayer quedé con un ex-compañero de facultad (para situaros, llevo un año viviendo en Orange County, a media hora de Los íngeles, en EE.UU.) que lleva trabajando para la división antipiraterí­a de la RIAA (la asociación americana de discográficas) durante todo el verano y me estuvo comentando cuáles son las prácticas de las mafias aquí­ en EE.UU.

Me estuvo comentando que aquí­ en EE.UU., las mafias están formadas en gran parte por personas procedentes de China, aunque cuentan con apoyo de diferentes minorí­as; parece ser que las prácticas han ido variando en los últimos años y han pasado de simples copias de discos mediante «tostadoras» (que es la más común en España), a hacer copias casi exactas de los originales. De hecho la semana pasada, según me comentó, detuvieron a una banda que se encargaban de duplicar CD’s y que contaban con tres máquinas que costaban 3 millones de dólares cada una; además de hacer las copias, etiquetaban los CD’s, realizaban las carátulas y los vendí­an a un precio de 5-6 dólares.

Los principales puntos de venta aquí­ en EE.UU. son la calle (en Downtown L.A., una zona de Los íngeles, se concentra un gran número de street vendors y curiosamente allí­ también se concentran numerosas discográficas y despachos de abogados) y en tiendas aparentemente legales, pero que en su interior además de contar con productos legales, venden también dichas copias.

Me pareció curioso el precio por el que se venden estos productos, como decí­a 5-6 dólares. En EE.UU. un CD de estreno en una tienda vale aproximadamente $15 (12 €), con el aliciente de que ahora la mayorí­a de los álbumes los sacan en Dual Disc o en SACD . Me llamó la atención el precio tan elevado de una copia pirata en comparación con el precio del disco auténtico con todos sus extras y demás.

En un paí­s como España en el que el precio medio de un CD legal es de unos 18€ y en donde se pueden conseguir CD’s en los «top manta» por 3-4 €, es lógico que a pesar del hecho, muchas personas decidan «abastecerse» de música a través de copias ilegales. Lo que me llama la atención es la aparición de una industria paralela en EE.UU. de distribución de música (con productos casi idénticos) y con precios no tan dispares como en España; yo no defiendo este tipo de piraterí­a en absoluto, pero realizar unas inversiones tan enormes para dar una «copia de calidad» a un consumidor que no demanda dicha calidad me parece innecesario.

Llama la atención tambien ver cómo las mafias se adaptan a los mercados y adaptan «sus productos» a los gustos de sus consumidores, al igual que grandes empresas como McDonald’s o Coca-Cola.

La realidad es que la piraterí­a está haciendo mucho daño aquí­ en Los íngeles, no tanto a los ejecutivos sino a los que están en el eslabón más bajo de la cadena o a los jóvenes que quieren entrar en ella. Algún dí­a hablaré de cómo es la industria del cine y la música aquí­ en L.A., creo que hoy ha sido suficiente con esta dosis de «piraterí­a a la americana».

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