Como dije en el anterior post, la semana pasada asistí a la presentación de «La Coalición de Creadores e Industrias de Contenidos» (no me gusta nada su versión abreviada, suena mal, pero a partir de ahora lo denominaré «La Coalición»), nuevo ente creado por SGAE, EGEDA, Promusicae, FAP, ADICAN y ADIVAN para luchar conjuntamente contra la piratería, mentalizando al Gobierno y a la opinión pública de la necesidad de proteger a una industria que supone el 3.6% del PIB nacional y que crea miles de puestos de trabajo.
La Coalición preparó una serie de actos para presentar su iniciativa, con una jornada el martes donde diferentes personas dieron su testimonio sobre la piratería en la Red (gente como Agustín Almodovar, Coque Martín de Los Vengadores, Jorge Molist –bestseller y presidente de Paramount España-, o Francisco Martínez, de la discográfica independiente Avispa), aunque el plato fuerte llegó el jueves con la presencia de John Kennedy (presidente de la IFPI) y con Denis Olivennes (a quien tenía ganas de ver después de conocer su informe).
Antes de seguir quiero hacer un inciso. En Internet en general, y en la blogosfera española en particular, es fácil postularse a favor del intercambio de archivos y complicado defender otra manera de hacer las cosas, apostando por negocios que satisfagan los intereses de todas las partes implicadas. No me quiero enrollar, pero creo que debemos hacer una autocrítica sobre la blogosfera que hemos creado, radicalmente contraria a determinadas opiniones y donde si te postulas a favor de algo impopular la tacha hacia tu blog (y tu persona) es inmediata.
Dicho esto y que este post será probablemente muy impopular, continúo.
A la industria de los contenidos se le puede criticar por infinidad de cosas; durante años han tratado mal a sus clientes, y desde luego su torpeza en la entrada en la era digital es una de las causas del desplome de esta industria tan fundamental en la economía y sociedad de cualquier país avanzado, pero es indudable que no son los únicos que deben pronunciar el «mea culpa» por su declive. Aquí hay muchas partes con tareas pendientes y espero que todos nos pongamos a trabajar para crear una sociedad de la información atractiva.
Después de años en los que los titulares de derechos han hecho su particular lucha contra la piratería cada uno por su lado (el ego de este sector, como el de muchos otros, se hace notar), los que han estado batallando por separado han decidido unirse porque se han dado cuenta que a este gigante no se le gana por separado. A partir de ahora «La Coalición» va a hacer una función de lobby (algunos lo critican, pero si unos pueden hacer presión ¿por qué otros no?) y por lo que se ha dicho estos días, parece que sus objetivos son el Gobierno (pasivo como nadie ante este problema) y los ISPs (que dicen ser los únicos que pueden hacer algo al respecto). Parece que, a diferencia de EE.UU., aquí no irán en ningún momento contra los usuarios, lo cual es positivo.
Su objetivo es el modelo francés, es decir, la propuesta esbozada por Denis Olivennes, antiguo presidente de la FNAC, actual Comisionado del Gobierno Francés por articular un acuerdo entre titulares de derechos e ISPs y Director de «Le Nouvel Observateur». Llamaba la atención que se hubiese nombrado a alguien con tantos intereses comerciales para escribir un informe de este tipo, pero a posteriori creo que las propuestas de Olivennes son razonables. No apuesta por el mercado físico, que es la gran fuente de ingresos de la Fnac, sino por el respeto y la posibilidad de establecer otros modelos de negocios.
Hemos llegado a un nivel tecnológico que, afortunadamente, ya no hace falta grandes infraestructuras para dar a conocer tu obra; con una cuenta en MySpace, material en YouTube y un poco de marketing viral puedes hacer llegar tu música a todo el mundo. Este avance tecnológico permite que puedan coexistir perfectamente dos categoría de autores, los que deciden poner su obra con alguna licencia «copyleft» y los que deciden irse por la vía tradicional y meterse en los cauces de la industria. Ambas opciones son perfectamente viables y deben ser respetables, sin obligar a uno a cobrar por su música (algo que las leyes actuales sí exigen) y sin imponer a otro a regalar sus obras. La libertad consiste en permitir a cada autor explotar su obra como estime más conveniente, algo que creo que ni por un sentido ni por otro se da hoy en día.
Durante su exposición, Olivennes resaltó lo importante que es la protección de los autores y la creación de un ecosistema legal y económico propicio para fomentar la creación profesional. Olivennes me pareció ante todo un hombre razonable, con sentido común y gran defensor de la cultura. Criticó los DRMs por ser contrarios a los intereses de los ciudadanos, apostó por la copia privada como garante del acceso a la cultura y se decantó por otra forma de explotar obras musicales y audiovisuales para favorecer a la diversidad cultural; su propuesta no intenta volver a un antiguo estadio de «tiranía del ocio» o del «imperialismo americano» (como él lo llama), sino avanzar y asegurar el acceso a la cultura al tiempo que cada autor puede explotar su obra como lo desea.
Aunque su propuesta en un principio previó un sistema de triple notificación a un usuario de redes p2p que intercambie archivos protegidos por derechos de propiedad intelectual, con una posterior sanción económica, finalmente consideraron que este sistema de multa, o incluso de penas de prisión (¡¡¡¡) no eran adecuados, sino que debían apostar por un mecanismo «disuasorio/educativo» en el que se apercibiese tres veces al usuario para finalmente, cortarle la conexión a Internet de forma temporal. Funciona en otros ámbitos de la vida con amplia aprobación social, si infringes la ley sobre Tráfico habrá consecuencias (incluso la retirada temporal del carné de conducir); si tu establecimiento no cumple las medidas sanitarias exigidas, podrán revocarte la autorización de forma temporal. Si en el «mundo real» la realización de determinados actos tiene determinadas consecuencias, no creo que Internet sea un «salvaje oeste» donde todo esté permitido.
Pero claro, el problema aquí no sólo es la inviolabilidad de las comunicaciones sino el derecho a la privacidad y la protección de datos. La iniciativa francesa creará un órgano (similar a nuestro inexistente «órgano competente«) compuesto por magistrados que se encargará de velar por los derechos de los ciudadanos, autorizando la revelación de la identidad tras una IP sólo cuando así se considere necesario.
Porque ésta es la pescadilla que se muerde la cola. Los usuarios critican que no es sencillo encontrar contenidos interesantes en Internet, que no hay una oferta similar a la del mercado tradicional, a lo que los titulares de contenidos contestan que es imposible luchar contra lo gratuito, que no pueden realizar una fuerte inversión de dinero para introducirse en Internet si no existe un mercado maduro que les permita recuperar la inversión. El problema estará si se hacen unas «leyes a la carta» para que la industria encuentre un entorno propicio para tirarse de una vez por todas a la piscina de Internet, y posteriormente son utilizadas para continuar un modelo de negocio 1.0.
Algunos han calificado a ésta como la «semana negra para la sociedad de la información»; yo creo que es justo lo contrario. La Sociedad de la Información se basa en dos elementos básicos: tecnología y contenidos (no sólo información…). Sin una industria tecnológica avanzada, es imposible conseguir una Sociedad de la Información próspera, de la misma forma que toda esta tecnología de poco sirve si no contamos con contenidos de calidad que las hagan atractivas.
Desde mi punto de vista, la actual Sociedad de la Información española es arcaica por diversos motivos, entre ellos por el desfavorable entorno jurídico con el que tienen que lidiar los que se atreven a explotar contenidos en Internet. Un avance legal, garante de las diferentes tendencias del mercado, permitiría sentar las bases para que cada uno pudiera explotar sus contenidos como desee, naciendo diferentes modelos de negocio que verdaderamente compitiesen entre sí (ya sean copyleft, copyright o copy-lo-que-sea) en un mercado verdaderamente libre. Un marco jurídico que permite el libre e indiscrimando intercambio gratuito de archivos no favorece en nada a la Sociedad de la Información, de la misma forma que no favorece a la libertad de expresión que se puedan proferir insultos en Internet hacia una persona con total impunidad.
No creo que la excelente iniciativa ADNStream o la más restrictiva Filmotech lleguen a triunfar de continuar la situación actual, porque éstas no compiten con la televisión tradicional sino con las descargas a través de P2P. Estoy seguro que, de no existir estas descargas, proyectos emprendedores como ADNStream tendrían más posibilidades, compitiendo en un mercado igualitario, no desleal, generador de empleo y de una verdadera Sociedad de la Información.
Al igual que disfruté con la lectura de «Free Culture», os recomiendo la lectura del ensayo de Denis Olivennes «La Gratuidad es el robo» (título, por otro lado, desafortunado), con un perfecto análisis que apuesta por la búsqueda del equilibrio entre la libertad del consumidor y las necesidades del creador.
Hasta aquí un post impopular para una semana impopular. Muchos me criticarán, me etiquetarán y creerán que éste es un artículo del pasado, pero sinceramente creo que no podemos avanzar, crear nuevos modelos de negocios sostenibles, hasta que no se asegure a los que invierten dinero, horas de trabajo y talento, que su esfuerzo se desarrollará en un marco jurídico y económico adecuado, todo ello para apostar por una Sociedad de la Información de calidad.
Hola:
Aunque conoces que estoy por la mesura y el sentido común en esta locura, en el fondo compartimos lo mismo, discrepo en varias cosas.
En primer lugar, no coincido contigo en que el Gobierno esté pasivo ante este problema. El reciente canon y su contenido (no porque no tenga que haber canon sino por lo que han hecho), la ley del cine, subvenciones, ayudas, etc., etc. Además, pasividad ¿ante qué problema? El que existe una industria que no se adapta? Qué más tiene que hacer el Gobierno? bastante socializa las pérdidas de un sector como el cine, por ejemplo.
En segundo lugar no comparto la idea de que sean los ISP quienes deban bloquear el tráfico al igual que las autopistas no te piden el carnet de conducir para entrar en ellas, no es su competencia.
Además los ejemplos que pones en este punto no son asimilables ya que ambas conductas perseguidas tienen como finalidad impedir un daño en la vida de las personas (la regulación del tráfico por la vida y accidentes de carretera y la salud en el caso de los establecimientos), no creo que sea comparable, en términos de bien jurÃdico protegido, con los posibles daños económicos a los autores.
El problema es que tenemos un debate con demasiado ruido por ambas partes que impide que se alcance una solución basada en la mesura y en reglas capaces de soportar el paso del tiempo, tan corto en internet.
De todas formas, como siempre, muy interesante y estimulante tu punto de vista.
Un saludo.
Ya te digo, muy estimulante el post Andy… cuanto más te mojas, más me gustan tus posts.
Respondiendo un poco a David, tiene razón en que el bien jurÃdico que protege la regulación del tráfico no es equiparable al perjuicio económico de los autores y derechohabientes. Sin embargo, en otros ordenes de la vida, todos somos conscientes del hecho de que no podemos realizar hurtos en grandes superficies, porque la ley lo prohibe y porque hay un sistema de policÃa que garantiza que los hurtos no se produzcan. Nadie lo cuestiona, y el bien jurÃdico protegido no deja de ser otro que los intereses económicos de las grandes superficies. ¿Esa policÃa no es aplicable a Internet?
En fin, que totalmentente de acuerdo con la necesidad de establecer bases sólidas de competencia lÃcita y leal en el mundo virtual. Sólo espero que La Coalición haga un buen trabajo de comunicación y prensa, que es lo que les ha fallado a todas estas entidades en los últimos años.
Hola Iban,
entiendo la justificación para la creación de este lobby, en tanto entiendo que también puede existir una defensa del lado de las entidades de gestión y autores. Ahora bien, el problema es que tengo la sensación que continuarán intentando imponer y no negociar (esto es penal, y si no lo es, pues apretamos hasta que lo sea), y no creo que sea ese el camino.
En cuanto a la polÃtica que mencionas, desde el momento que hablamos de algo intangible, resulta absurdo equipararlo a otros delitos contra el patrimonio.
Por otro lado, no ponen nada fácil el respetar su postura. Por un lado, los anuncios contra la piraterÃa que aparecen en los originales y que no se pueden adelantar (las versiones «piratas» no tienen esas cosas tan horribles) y si hablamos de la calidad de las ediciones en general en España… (aún recuerdo los cortes a las ediciones 16:9 americanas para que sean 4:3 aquÃ, los extras nos los comemos, lo metemos en un DVD más pequeño ahora que hemos conseguido reducir el tamaño para abaratar costes etc…).
Si bien es cierto que la otra postura también tira hacia la no negociación, habrá que ver si se pueden acercar ambas posturas
Un saludo
David ha dicho algo muy importante: hay mucho ruido en el debate. SÃ, demasiado. Y al final, tanto consumidores como creadores no saben ni donde están pisando, ni como posicionarse, ni que decidir. Creo que tanto tú como David apostáis por la cordura, cosa que es de agradecer.
Es por eso que siempre me quedo con la sensación de que la información que me llega está viciada de alguna forma. Ni creo que se puede reducir todo a «las entidades de gestión son unos ladrones» o «los creadores viven en la miseria por culpa de la ‘piraterÃa'». Si bien las primeras se han cosechado esa mala fama con justa razón, en función de sus continuas declaraciones, también es cierto que circulan historias acerca de contratos leoninos y de beneficios (si los hay) pequeños para los autores pero pingües para las empresas.
Sin embargo, si juzgamos por lo que ofrecen y como lo hacen esas «industrias de los contenidos», es lógico que mucha gente en la blogosfera se posicione contra esa industria. El contenido mainstream es cada vez más mediocre, la industria avasalla con su publicidad para se consuman contenidos que son olvidados (y olvidables) al poco tiempo con su práctica de sustituirlo por algo nuevo, sin importar lo anterior. En esta disputa hay elementos que no se toman en cuenta y que creo que son también importantes.
De todas formas, hasta que no dejen de recibir dinero con una mano y con la otra criminalizar a los usuarios por algo que es legal (que luchen entonces porque deje de serlo), no se les podrá tomar en serio. Como dice Ibán, que hagan un buen trabajo de comunicación y prensa.
Sergio,
No es mi intención equiparar delitos contra el patrimonio, sino situaciones en las que existe una «policÃa», una vigilancia y una serie de medias, llamemosles de imposición, que evitan o previenen la comisión de ilÃcitos o delitos, independientemente de los bienes jurÃdicos que protegan. Y esa policÃa debe también existir en Internet.
En cuanto a los ejemplos de de malas prácticas que señalas, totalmente de acuerdo, malas prácticas que son absolutamente criticables. No obstante, el futuro, como dice Andy, está en abonar el camino en Internet para que haya una competencia efectiva, real y, sobre todo, favorable al usuario.
Bueno, precisamente una de las premisas de ADNStream es que canibaliza la piraterÃa. A saber: con un buen posicionamiento en red, el usuario que busca pelÃculas gratis se va a encontrar con un ADN que te da lo mismo sin descarga. Hay webs «piratas» basadas en stream, pero no dan tanta calidad como ADNStream. Es decir, que permitir que tus pelÃculas (que ya están en la red, queramos o no) estén en ADNStream te permite monetizar una cosa que tienes perdida.
Creo que el éxito no depende tanto de la ley, sino de la experiencia de uso y su reconocimiento como marca. Y no es sólo ADNStream, es Terra y ONO que ya tiene un sitio similar.
Sobre el resto del artÃculo, para mà las argumentaciones francesas se basan siempre en principios morales que pretenden proteger lo que se da en llamar «cultura» imponiendo determinados usos comerciales. Ya lo han hecho con las leyes sobre televisión y publicidad: el estado se erige en presunto protector de las artes (subvencionadas por todos lados) e impone una forma de consumirlas.
Aquà la única cuestión que realmente cuenta es si tirando del enchufe se puede evitar. La tesis tecnológica es que da igual lo que se haga, no se podrá detener el intercambio. Por el lado comercial, crear productos concebidos para el mercado de antes de existir la compartición de archivos es, simplemente, una tarea de alto riesgo. Concebir productos para el nuevo mercado, es duro y de alto riesgo, pero emergente.
Esta es la batalla técnica. Queda la moral: uno se pregunta si esta Coalición y el sueldo de Manuel MarÃn se financian con el canon, que serÃa lo último.
POr cierto, si no tienes intereses encontrados, podrÃas comentar algo del affaire Telecinco vs. YoTube, porque va a entrar en las technicalities: tras la rueda de prensa con coro y orquesta, Google sigue diciendo que no han sido notificados y que la demanda no existe… O, por ejemplo, que habrá de demostrar T5? ¿que ha habido infracción del opyright? Si es asÃ, ¿hay mala fe en YouTube, que pone un montón de medios técnicos y advertencias para evitar la subida y retirar obras protegidas? Y, en todo caso, ¿en cuanto se valora el daño cuando no hay apenas publicidad en las páginas de YTube? ¿es aceptable el lucro cesante de lo que T5 hubiera obtenido por el mismo material en sus páginas? ¿Aunque no lo haya puesto nunca y no tengan los derechos para ello? ¿El hecho de que T5 no demande a otras webs que siguen teniendo sus archivos… dice algo?
Hola Gonzalo,
desconozco el contenido exacto de la demanda de T5, dado que ya sabemos que los titulares de las noticias a veces no se corresponden con la realidad. La versión en que confÃo más es aquella en la que se indica que la demanda se fundamenta no tanto en que el contenido es subido a YouTube en sà (pensemos en los medios que pone para bloquear todo esto) sino en el negocio que suele hacer a posteriori para la incorporación de ese contenido en programas de otras cadenas (pensemos en que algunas cadenas lo que hacen es, en vez de negociar con la titular del programa en sÃ, es hablar con YouTube para poder emitir el contenido – supongo que por tema de tarifas y facilidad, de eso Andy seguramente sabrá más).
Un saludo
hola Andy, el principal problema que le veo al modelo frances (por lo poco que he podido leer al respecto) es que lo que un usuario descarga del P2P son o series de estreno o peliculas de estreno.
Con la musica es mucho mas sencillo determinar a quien se paga y como, pero en obras con el contenido audiovisual no resulta tan facil justamente porque ese mercado esta hecho para que las obras se vendan territorialmente y en mercados distintos dependiendo del momento en q(cable cuesta distinto que en television abierta)
Coincido contigo en que los derechos existentes en obras audiovisuales (productor, intérprete, autores, etc.) hace que la gestión de las mismas sea más compleja, aunque ello no creo que sea motivo para descartar nuevas formas de retribución justa a los implicados en este tipo de obras. La estructura actual hace que sea complicado pasar a un nuevo escenario de explotación mundial de obras audiovisuales, aunque entiendo que dado el estado actual de la tecnologÃa, en el futuro será inevitable apostar por este tipo de sistemas.
Un saludo