Leo aquí una noticia que me ha llamado la atención por varios motivos: parece que dos editoriales de música, Peer International y Termidor Music Publisher, la primera americana y la segunda cubana, llevan años discutiendo los derechos de autor del disco y película Buena Vista Social Club de Win Wenders, que hace un recorrido a la historia del afro-latin jazz o latin jazz (que cada uno le ponga en la categoría que le merece, yo no voy a entrar en ese tipo de discusión).
El problema es que los contratos con los autores de dichas canciones datan de la década de los 30 y que tras la ascensión al poder de Fidel Castro en 1959, se dejaron de realizar los pagos en concepto de royalties que se generaban fuera de la isla por el embargo que sufrió la isla. Con ese paso del tiempo y por una cadena de contratos difícilmente constatable, las dos editoriales dicen tener los derechos sobre las canciones y por ello reclaman que ellas son las que se tienen que ser satisfacechas por esas regalías generadas por la popularización de cantantes como Compay Segundo o Ibrahím Ferrer.
El juez del caso, John Lindsey, ha hecho lo imposible por conseguir información que ayude a clarificar el caso, incluso se marcó un viaje a La Habana en septiembre (hay que ver lo profesionales que son los jueces ingleses, eh?), pero fue infructuoso.
Ya veremos si consiguen encontrar algún tipo de lógica a contratos celebrados en Cuba hace 70 años o si el juez va a tener que hacer otro sufrido viaje a la incomparable Habana.