Una industria cambiante

Uno de las cosas que más me gustan de mi profesión son los desafí­os a los que nos somete el mercado y la tecnologí­a a diario.

Las dos noticias más importantes del sector en lo que va de año, la comercialización de música de Sony BMG sin DRM y la apuesta de Warner por el Blu-ray, son sin duda un indicativo de por dónde irán los tiros los próximos meses, aunque en una industria tan cambiante, mirar a meses vista quizá es demasiado atrevido.

La industria discográfica es quizá la que más tarde está llegando a todas partes y cuando lo hace es porque alguien les ha indicado el camino. Hollywood intentó poner sus barbas a remojar cuando vio a las del vecino pelar, apoyando tecnologí­as que aportan de una u otra forma valor añadido a los consumidores. Pero ¿es este el valor añadido que quieren los consumidores? Sin duda que la HD presenta grandes ventajas frente a la SD, pero (y os lo dice alguien amante de la alta fidelidad) ¿hasta qué punto necesita el usuario medio un plasma de más de 50», con sonido en PCM 5.1 y cables por todo el salón, cuando está acostumbrado a ví­deos en DivX con una calidad de imagen bastante pobre? ¿no habrá que ofrecerles lo que piden?.

Sobre la música, a pesar de que se pone a iTunes como muestra de modelo de negocio exitoso, el ejemplo sólo es válido si lo hacemos en conexión con el iPod y en el mercado americano. ¿Cuántos de los que hablan de iTunes como modelo de negocio han comprado en ella alguna vez?

Os voy a contar una anécdota: las pasadas navidades, aprovechando que a mi hermana adolescente le iban a regalar un iPod, fui a El Corte Inglés a comprarle una tarjeta de recarga de iTunes. Estas tarjetas, como cualquier otra tarjeta de regalo, debí­a ser previamente activada por el dependiente en el terminal de punto de venta correspondiente. Pues bien, no sólo yo era el primero que compraba este tipo de tarjetas (me lo dijo el encargado), sino que tardaron más de 15 minutos en comprobar cómo se hací­a el proceso (hasta 3 dependientes -incluido el jefe de sección- acudieron para ayudar al pobre dependiente al que habí­an pedido una tarjeta para comprar música por Internet). Tanto a mi cuñado como a mí­ nos dio la sensación de que el dependiente estuvo apunto de decirnos que si no sabí­amos que la música era gratis en Internet, y darnos así­ unas cuantas direcciones recomendables.

Esta experiencia es indicativa de lo difí­cil que es ir «por lo legal» en Internet, más aún cuando, para poder usar la tarjeta de descarga y autentificar el ordenador correspondiente (requisitos del DRM de Apple, que aunque se diga lo contrario, iTunes sigue estando repleta de medidas tecnológicas), Apple te pide que te registres y, entre otros datos, te piden la tarjeta de crédito. ¿Cómo puede un adolescente español -de esos sin tarjeta de crédito desde nacimiento- comprar música legal en Internet? El problema lo solventamos utilizando mi cuenta en iTunes, aunque ¿cuántos padres estarí­an dispuestos a dar su tarjeta de crédito para registrarse en un sitio cuando ya han adquirido una tarjeta de regalo para descargarse música?

Una vez pasadas tantas trabas, y después de dos semanas de uso, mi hermana me comenta que le gusta más iTunes que el eMule porque le da más sensación de seguridad, y porque la capacidad de escucha previa de los álbumes está muy bien. Demasiados obstáculos deben saltear los usuarios para tener una buena experiencia con un servicio.

A pesar de que a algunos nostálgicos nos gusta contemplar una estanterí­a llena de discos -originales-, existe una generación que considera cualquier soporte un engorro, que generalmente se encuentra fuera de sus cajas y que la única vez que lo utiliza es para importarlo al ordenador. Una generación a la que la industria cultural no se lo pone nada fácil para conseguir contenidos como ellos lo desean y de forma legal.

Sony, que sabe mucho de fracasos, parece que está mirando por fin a los consumidores cara a cara, no sólo por la comercialización de música sin DRM (lo que no quiere decir que lo vaya a abandonar completamente, prueba de ello es iTunes) sino porque en el CES ha anunciado que en futuras ediciones de discos Blu-ray, la pelí­cula también se encontrará en una copia portable, para ser disfrutada en dispositivos como la PSP. Una excelente idea que podrí­an llevar más allá abriendo una tienda online tanto para la PS3 como para la PSP. Además, con la conexión a Internet de los aparatos reproductores de Blu-ray, la diferencia entre el contenido plasmado en el disco y el visualizado online será cada vez más imperceptible.

Pero claro, nos topamos con el complejo mundo de las ventanas de explotación que tan bien desgranó Gonzalo el pasado domingo. Cómo mantener el status quo actual, cuando los usuarios pueden disfrutar de tus contenidos no cuando tú elijas, sino cuando ellos deciden. Y al hilo de todo esto, la Comisión Europea anunció la semana pasada que va a «animar» a la industria cultural a poner todos sus contenidos en Internet, a través de licencias transfronterizas y con DRM interoperables. Casi nada.

Desde luego y volviendo a la frase con la que comencé este errático post, todas estas noticias son excelentes para el consumidor y hacen que todos los que trabajamos en este sector estemos atentos a ellas a la hora de negociar los contratos. Lo cierto es que cada vez que cojo un nuevo formato o contenido, leo detenidamente la cláusula de cesión de derechos, analizo el contenido en cuestión y hago un ejercicio de futurologí­a para intentar prever cualquier tipo de explotación que pudiera surgir de la obra en cuestión (móvil, Internet, TDT, juegos de mesa, iTunes… la oferta, en principio, es infinita).

Lo que está claro es que ahora los usuarios no nos movemos al son de la industria, sino que es ésta la que tiene que analizar cómo queremos disfrutar de los contenidos. Es evidente que la disponibilidad de cualquier contenido en la Red, sin DRM y sin limitación territorial ni temporal es lo que deseamos, pero ¿hasta qué punto estará dispuesta a transigir la industria?.

5 Comments

  1. Entre la industria y los consumidores están los políticos. Por eso en España ponemos un canon a cualquier cosa con memoria y en Francia Sarkozy pone impuestos para cortar Internet a los que descarguen muchos y para subvencionar la TV pública.

  2. Hola:

    A mi me pasa con la Wii, cada vez me parece mas insoportable tener que andar cambiando los discos para jugar a uno u otro juego, cuando el Super Mario Bros 3, comprado en la tienda Wii, lo tengo en el disco duro de la misma y lo ejecuto cuando quiero, sin cajas ni historias.

    Supongo que ahora mismo, no en el mundo de la música, hay un problema con la capacidad de las conexiones de internet y por eso siguen siendo necesarios los soportes, pero espero que algún día estos desaparezcan de las estanterías.

    Un saludo

  3. Tu hermana adolescente te da toda la razón, es difícil combatir contra internet, pero no puedes obligar a millones de personas que dejen de sacar la música de internet ilegalmente, también hay que aprender a respetar unos a otros

  4. Andy, creo que la valoración que hace tu hermana del iTunes en relación con el Emule es absolutamente excepcional. Hoy en día ni adolescentes, ni niños, ni adultos, ni nadie tiene en cuenta condiciones de seguridad en materia de decsarga de canciones. En realidad, lo que verdaderamente se valora es la gratuidad de las descargas, y contra ello no hay como competir: es lógico, entre descargar pagando algo, por mínimo que sea y no pagar nada, la gente prefiere no pagar. La industria debería tener en cuenta eso, antes que todo.

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