Dí­a de la Propiedad Intelectual

Hoy es el dí­a que la OMPI ha decidido dedicar a la Propiedad Intelectual, esa materia del derecho tan ignorada en el mundo jurí­dico como menospreciada en el ciberespacio.

Hoy me vais a permitir dar un pequeño discursillo, un «hacer que mis pensamientos fluyan por mis dedos» para publicar algunas reflexiones en este blog. No quiero caer en la demagogia en la que creo que caen tanto los que defienden a ultranza el ultraliberalismo del copyfight ni en el anquilosamiento de los que se aferran a las modos tradicionales de interpretación de las leyes, aunque sí­ quiero expresar una postura más moderada, no complaciente para la mayorí­a de los internautas, pero sí­ respetuosa con los derechos adquiridos por los autores.

Ayer habí­a una buena columna de Antonio Castán en el diario «Expansión» en el que se comparaba el Derecho de Autor con el Mito de Sí­sifo, aquel por el que el Rey de Corinto fue condenado por desobedecer a los dioses del Olimpo a empujar una enorme y pesada piedra hasta la cima de una montaña y una vez arriba, ésta rodaba cuesta abajo y así­ hasta el fin de los tiempos. El devenir de los autores, según Castán, es parecido, están obligados a empujar una pesada roca (la lucha por la conquista y el respeto de sus derechos) y una vez que parece que han llegado a la cima (o al menos a un rellano), ésta vuelve a rodar montaña abajo (vulneraciones de sus leyes, cambios en la legislación, incomprensión de sus derechos), y así­, vuelta a empezar.

Me ha parecido un magní­fico ejemplo para un dí­a como hoy en el que unos celebran y otros protestan, aunque no tengo muy claro qué pueden celebrar los autores, ya que nunca antes en la historia de la PI sus derechos se habí­an vulnerado tan impunemente, ni tampoco tendrán nada que celebrar los que están a favor de la abolición de los derechos de los autores, por esas injustas y excesivas compensaciones que tienen los autores. En fin, que nadie saque el champagne todaví­a.

A diferencia del copyright Americano, el Derecho de Autor de tradición Continental se caracterizado por girar en torno a la figura del Autor, el creador, la persona sin la cual esa obra no existirí­a y cuyos derechos, intereses e intenciones se deben respetar. Nuestro paí­s ha sido desde los orí­gines de la propiedad intelectual un defensor de la figura del Autor, sin cuya aportación y creación, ni los avances tecnológicos ni los nuevas formas de explotación y distribución de obras (llámadlo iPod, ADSL, PC, o como queráis) tendrí­an razón de ser. El avance de la ciencia es fundamental (y os lo dice alguien que invierte todos sus ingresos en tecnologí­a y música) pero no lo es menos el respeto de los derechos de un colectivo tan necesario para la tecnologí­a como es el de los autores. La balanza debe estar equilibrada, ni impedir el avance de la ciencia a costa de los derechos de los autores, ni dejar a los creadores sin incentivos que les animen a crear en aras de un mayor avance tecnológico. El punto de encuentro es imperativo.

Es evidente que el mundo se mueve, evoluciona y que, en la actualidad, no hay sectores más dinámicos que los de la tecnologí­a y el entretenimiento; las formas de disfrutar los contenidos está cambiando al paso de la evolución tecnológica, la forma en la que hoy consumimos música o pelí­culas será completamente diferente dentro de muy poco y es imprescindible que ambos sectores vayan de la mano ya que se necesitan mucho más de lo que parecen demostrar.

Espero no equivocarme con mis convicciones y así­ celebrar este dí­a muchos años más. Por este post afirmo mi defensa a los autores y reivindico el avance de la tecnologí­a.